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La nueva economía, o simplemente la verdadera economía

Tal vez de las mejores cosas que ha traído esta pandemia global a la que nos estamos enfrentando a diario hace ya 5 meses, es la de reconocer que esta es tan solo una de las miles de consecuencias degenerativas que podrían venirse enteramente para la raza humana después de haber abusado y destruido los limites reales de las capacidades productivas del planeta tierra. Y es en este sentido, en el que debemos entender la tragedia actual, tan solo como una reacción de la misma naturaleza a todo aquello que los humanos por años, y en especial desde los años 30, han venido causando a nuestro perfecto y hermoso globo.

La paradoja del crecimiento económico nos fue impuesta desde 1930, cuando se adopta el concepto de Producto Interno Bruto (crecimiento económico) como la meta a la cual los pueblos y continentes del mundo debían someterse. Nos fue impuesta casi que, a la fuerza, y de esta manera, todas las acciones económicas y productivas del planeta se proyectaron para el crecimiento económico desenfrenado, olvidando que tan solo unas pocas naciones alcanzarían el bienestar pleno de este crecimiento con tasas de 8% y 10% anuales por décadas enteras.

Caímos en el consumismo, en la comprología, en tener y tener, y solo para unos pocos. Hoy el coeficiente de Gini Mundial nos muestra como el 1% de la población Mundial tiene los recursos plenos y el estilo de vida ideal, y el 99% de la población sobrevive con lo que le llega o lo que queda de la concentración de poder económico y de recursos productivos. Esto es inaceptable. Se ha abusado del planeta, se ha producido por encima de las capacidades ambientales del globo ya cuatro veces, una quinta, es imposible de resistir por parte de la misma naturaleza. Por ello, la reacción del mismo planeta a esta encrucijada. Es tiempo de cambiar el modelo económico de acumulación “per se”, y agrupar nuestra economía a los ciclos naturales y establecidos por el mismo planeta hace ya más de 10.000 años.

Hemos olvidado el concepto real de Economía. El concepto griego, el concepto primitivo, aquel de gestionar el hogar. Hemos perdido la brújula de la perfecta economía o de la verdadera economía, y lo hemos cambiado por el concepto de crecimiento económico vía consumo y consumo y más consumo, sin importar que a todos no les llegue, ni que los rendimientos de los capitales sean más importantes que la alimentación de los pueblos. En la academia hemos caído en la trampa de enseñar como atesorar y atesorar, y crecer sin medida, sin tener en cuenta los límites reales al crecimiento económico. En palabras de Kate Rawoth “La Universidad debería reconocer que el sistema de producción y distribución depende de la sociedad y del mundo vivo, donde está integrado, y de la salud de ambos. La economía es interdependiente de la salud y los recursos del planeta, son las fuentes a las que recurre. Todos los economistas deberían repensar los indicadores del mundo en el que vivimos y plantearse cómo manejamos nuestros recursos planetarios. Este debería ser el punto de partida: la naturaleza es inherente a la economía.”

Por ello, es importante impulsar este cambio de modelo desde las aulas, desde las calles, desde las familias, desde los gobiernos, y lo más importante, desde nuestros corazones. Debemos volver a la definición de la verdadera economía, la cual está compuesta de dos frentes, desde dónde se construye y para quién se edifica. Mi definición por excelencia y la que estoy intentando llevar a cada uno de mis estudiantes es esta:

La verdadera Economía se construye a partir de entender su principio básico, y este es el de reconocer que no se puede abusar de los recursos limitados, en especial el recurso tierra. Si logramos construir sostenibilidad ambiental y social desde cada acción que emprendamos, estaremos haciendo realmente un cambio económico. La verdadera economía encamina sus esfuerzos para compensar los daños ambientales causados por el hombre, fortalece la innovación y las tecnologías limpias, establece parámetros de crecimiento sostenido y sustentable, y por, sobre todo, encamina al hombre hacia la preservación de sus recursos.

Pero la realidad, es que muchas veces, el mundo económico se ha quedado en el siglo XIX, “En la década de 1870 los economistas hicieron una analogía entre las leyes del movimiento de Newton y la economía: al igual que la gravedad atraía cosas hacia ella, los precios iban a atraer a la economía al equilibrio. El problema es que, mientras la ciencia avanzó, la economía se quedó en el siglo XIX.” —Kate Raworth

Si en esencia los economistas debemos administrar nuestro hogar, y nuestro hogar es nuestro planeta, entonces “primero tienes que entender cómo funciona. Aprender de la psicología, la neurociencia, la sociología, la antropología y la ciencia terrestre. Hay que poner por delante el bienestar humano y planetario y la salud de ambos. El indicador del crecimiento es el PIB, pero debería ser la prosperidad humana. Hay que plantearse qué tipo de mentalidad económica, instituciones, políticas y estructuras hacen falta para ello” —Ibid. Por ello, la verdadera economía está compuesta por todos aquellos modelos ambientales y de pensamiento económico que intentan rescatar el planeta, la seguridad alimentaria, y el desarrollo humano verdadero, lleno de bienestar y prosperidad, pero amistado enteramente con la vida, y por supuesto con nuestra casa, el hermoso planeta tierra.

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